El presidente "invitó" a sus laderos a dar un paso al costado en plena crisis futbolística e institucional. El Chelo es el único sobreviviente y concentrará varias funciones, aunque podrían aparecer caras nuevas.
Las decisiones de peso no esperan fechas especiales, y en Boca la revolución interna llegó en medio del desconcierto. Juan Román Riquelme ejecutó un giro inesperado y definió la disolución completa del Consejo de Fútbol, un espacio que fue bandera durante su gestión y que, tras varios meses de turbulencias, llegó a su final. Se va Mauricio Serna, se va Raúl Cascini, y el único que sigue en pie es Marcelo Delgado, que asume un rol extendido en la estructura deportiva.
Aunque el rumor se venía cocinando en voz baja, la oficialización dejó en evidencia que el Xeneize necesitaba remover las piezas. Las críticas constantes y la falta de resultados aceleraron el proceso. Desde la institución se deslizó en un inicio que se les ofreció reubicación, pero esa posibilidad fue descartada horas después, cuando el comunicado interno dejó claro que la salida fue directa, sin escalas.
¿Por qué Román decidió "invitar a retirarse" a dos de sus históricos acompañantes? Según deslizan desde el entorno íntimo del club, la explicación es tan directa como cruda: “no se dieron los resultados que esperábamos y hay que cambiar”. Una frase que refleja frustración, pero también un punto de quiebre. Y quizás, una forma de mostrar que ya no hay espacio para los vínculos por costumbre.
Con esta movida, el vicepresidente rompe por primera vez su propio molde. El Consejo, que nació como un intento de revolucionar la gestión del fútbol masculino, pierde su lugar. Y con esa decisión, también se abre un nuevo esquema donde Delgado se queda como nexo principal entre Riquelme, el plantel y la dirección general, una tarea que exige capacidad y templanza en uno de los momentos más complejos del ciclo.
La tensión se siente en cada rincón de Brandsen 805. El hincha, que históricamente acompañó, ahora pone en duda la conducción como nunca antes. Basta con repasar los últimos partidos, los murmullos, los cánticos en la tribuna y el aire espeso que ronda el mundo Boca. La frase que se oyó más de una vez: "La Comisión, la Comisión, se va a la p... que los parió" marca un hartazgo que excede lo futbolístico y toca fibras institucionales.
El Consejo de Fútbol, que llegó a ser núcleo de decisiones importantes, acumuló polémicas, fallas y una falta de autocrítica que lo terminó por desgastar. Hoy, es parte del archivo.
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